Cuando uno va a un concierto ha de saber lo que se puede esperar. No es lo mismo un concierto de
Bruce Springsteen que uno de
REM, uno de
Coldplay o uno de
Fito.
Ayer fui a ver a Oasis, y, el resultado fue muchísimo mejor de lo que me esperaba. Fue un pedazo de concierto donde disfruté las canciones que rememoran mi juventud.
Tanto me da que apenas se muevan por el escenario ya que
Noel llenó el recinto con su guitarra. Me importa un pepino que
Liam sea un chulo y que se pase todo el concierto con la misma pose. Hace muchos años me compré las mismas gafas de sol que él tiene, que son las de
Lenon. Y, en el fondo, me gusta la chulería
barriobajera con la que se mueve por el escenario, me gusta cómo puede levantar el odio-pasión de 15000 personas sólo con su pose y con su mirada que atraviesa a todos los que están disfrutando del concierto.
Porque tan sólo con
oir Rock and Roll star,
Slide Away, Champane Supernova, la increíble versión de
I am the Walrus, de lo
Beatles y, por supuesto
Supersonic, mi cabeza se traslada al Q3, al A Saco, a mi primer viaje a Londres, donde compré la sudadera de Oasis en el mercado de
Camden, y a su primer concierto en Barcelona, en la sala
Razmatazz, donde sólo 1500 personas disfrutamos de un grupo
semiconocido.
Ahora, casi 15 años después, los vuelvo a disfrutar y veo que siguen siendo una gran banda de
rock capaz de llenar mi cabeza con sus canciones y veo que, aunque el tiempo pasa, hay ciertas cosas que no cambian... y eso me gusta.
I'm feeling Supersonic